Claustro del Monasterio de Santo Domingo de Silos (Luna Pastor, M)
1.- Datación
El claustro del
monasterio de Santo Domingo de Silos es de doble planta. La primera data de la
segunda mitad del siglo XI y la primera del siglo XII mientras que la segunda
debió construirse a finales de este mismo siglo.
Encontramos esta joya del
arte románico en el monasterio de un pueblo de la provincia de Burgos llamado
Santo Domingo de Silos.
La existencia del
monasterio se remonta a la etapa visigoda (Siglo VII) si bien, desaparece
durante la ocupación musulmana. En el siglo X vuelve a recuperar su actividad,
que se ve truncada nuevamente por las invasiones de Almanzor. En 1041 el rey
leonés Fernando I confía la misión de impulsar nuevamente el desarrollo del
monasterio a Domingo, prior del Monasterio de San Millán de la Cogolla y huido
del rey de Navarra y ciertamente lo consigue siendo su época de más esplendor.
Inicia la reforma del monasterio que dio lugar en 1088, ya en el abadiato de su
sucesor Fortunio, a la consagración de la iglesia, el claustro y las
dependencias monacales. A la muerte de Domingo y en su memoria, pasa a
denominarse Santo Domingo de Silos en lugar de San Sebastián de Silos. En 1835
la historia golpea nuevamente al monasterio acabando con su vida monástica por
la desamortización de Mendizábal que condujo al expolio de parte de su riqueza
artística. En 1880 se establece una comunidad de monjes benedictinos que siguen
en la actualizad impulsando la vida en torno a la Abadía y a su zona de
influencia través de las visitas turísticas, la hospedería y el canto
gregoriano.
2.- Pertinencia de la
Obra:
El claustro, que consta
de dos niveles superpuestos, es y ha sido el centro de la vida monástica, su
corazón. En torno a él se reparten el resto de las dependencias que dan sentido
a la vida del monje. En el primer nivel, la iglesia, la sala capitular, el
escriptorium (donde se copiaban los manuscritos silenses) la cocina y el
comedor. En el segundo, el dormitorio. También en torno a él estaba la
hospedería que constaba de dos pisos.
El claustro es el lugar
para la contemplación, pasear y descansar por eso tenía que estar adornado y
mostrar la belleza equilibrada que debían plasmar con sus trabajos, el
arquitecto, el escultor y el jardinero. Todo este conjunto armonioso servía
para alentar al monje a la meditación, al pensamiento, al tiempo que se
configuraba como tránsito en sus tareas y quehaceres llevadas a cabo en las
distintas estancias del monasterio.
Su plano es rectangular
con arcos de medio punto que descansan en capiteles sostenidos por columnas de
doble fusta. En el claustro inferior se puede distinguir dos fases de ejecución
liderada cada una de ellas por un maestro distinto que utilizó su propio
taller. En la primera etapa, los fustes de las columnas están más separados,
las tallas son de poco relieve y escaso movimiento, a este primer maestro le
debemos las escenas en los machones correspondientes a la Ascensión,
Pentecostés, Entierro/Resurrección, Descendimiento, Discípulos de Emaús y Duda
de Santo Tomás. La segunda etapa es de menor creatividad, pero los relieves son
más realistas y con más volumen. De esta etapa es la decoración del machón con
la Anunciación/Coronación de la Virgen y el Árbol de Jesé.
El gran mérito de este
claustro, además del artístico, es que a pesar de haber participado en su
construcción varios maestros a lo largo de casi dos siglos No hay disonancias.
Incluso su emblemático ciprés parece una señal de dirección indicando a los
mortales cuál ha de ser su camino tras peregrinar por el claustro.
3.- Justificación
artística:
Lo más destacable
es el conjunto de los 64 capiteles de que consta el claustro bajo y los
relieves que ornamentan las caras interiores de las cuatro pilastras que forman
los ángulos de la galería.
De los capiteles, solo
tres muestran pasajes bíblicos. Uno de ellos, mostraba a los veinticuatro
ancianos músicos del Apocalipsis. Los otros dos corresponden al ciclo de la
Natividad y a la Pasión de Cristo. La temática del resto es desconcertante.
Monstruos, seres fantásticos que parecen sacados de cuentos orientales, motivos
vegetales, arpías, sirenas, etc. No responde a una influencia escultórica
concreta y sus motivos parecen extraídos de las tallas en marfil, de la
orfebrería, de miniaturas, de la escatología islámica o de mitos clásicos.
Destaca el gran detalle que los artistas imprimen a su obra por ejemplo en las
plumas, pelo, bocas de los distintos seres.
Los grandes machones de
las esquinas del claustro se decoraron con unas bellas obras del arte románico
internacional. Evocan influencias de lo existente en otros monasterios de
Europa en especial por el cruce de piernas "en tijera" de los
alargados personajes. Iniciamos un viaje en la evolución del románico desde las
primeras pilastras donde los rostros de los personajes son hieráticos, en el
rostro de Jesús se labran perfectamente sus facciones o se le representa con
dimensiones superiores al resto. Pasamos por el descendimiento, que ya muestra
una escena plena de fuerza y dramatismo. Para culminar con la Anunciación y el
Árbol de Jesé, donde las figuras son mucho más reales, más redondeadas y con
vestiduras ricas en pliegues.
Otra de las
excepcionalidades de este maravilloso claustro es el hecho de que no es uno,
sino que son dos. El estilo escultórico del superior ya señala al arte
cisterciense, aunque sus artistas sigan tomando modelo en algunas de las
irreales criaturas del claustro inferior.
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